Se cumple un año del partido que cambió la carrera de Alessio Lisci

Hay fechas que quedan marcadas a fuego en la memoria de cada uno por cumplir un sueño que podía parecer inalcanzable, pero que acaba haciéndose realidad. El cinco de diciembre de 2021 fue uno de esos días, cuando tuvo lugar un Levante - Osasuna; una fecha inolvidable para algunos granotas, pero sobre todo para el que a partir de aquel entonces manejaría la nave del conjunto de Orriols durante unos meses, Alessio Lisci. Unos días antes había debutado como entrenador interino en Copa del Rey, cuajando un resultado que parecía un soplo de aire fresco, ganando por 0-8 al Huracán Melilla. Pero tocaba la verdadera prueba de fuego en la competición doméstica, y frente al cuadro dirigido por Jagoba Arrasate los valencianos frenaron la sangría en la defensa, y sacaron un valioso punto para todo lo que venía (0-0).

El cinco de diciembre de 2021, el día que cambió la carrera de Alessio Lisci

En aquel partido disputado en el Ciutat de Valencia se vio un Levante ordenado, con las ideas claras, y dispuesto a no dejar ni un ápice de espacio a Osasuna. Se empezaban a mostrar muy levemente las instrucciones de un ilusionado, valiente y ambicioso Alessio Lisci, intentando aprovechar cada contragolpe, cada ocasión de peligro, pero faltaba esa confianza para materializar arriba. Había mucho trabajo por delante a pesar de la mejoría evidente, pero el entrenador estaba dispuesto a asumir este reto e intentar dejar al Levante en la categoría que se merecía, Primera División. Y nadie mejor que él para sacar todo el jugo de la plantilla, alguien que formaba parte de la entidad desde la temporada 2011-2012, cuando llegó a Orriols gracias a la beca Leonardo, y sobre todo gracias a su valor, porque escribió a todos los equipos de la máxima categoría para solamente recibir respuesta del Atlético de Madrid y del propio Levante.

Desde la temporada 2011-2012 su casa había sido Orriols, y es que ha trabajado en todas las categorías del club. Vivió una primera etapa en la entidad en la que logró tres títulos de Liga con diferentes equipos de la cantera, pero en 2016, cuando era segundo entrenador del Juvenil A, el club destituyó al primer técnico, Miguel Ángel Villafaina, y él volvió a Roma, pero poco después el Levante le volvió a llamar. En su segundo ciclo en el cuadro valenciano, consiguió de nuevo levantar un título de Liga y clasificarse para disputar las semifinales de la Copa del Rey con el Juvenil A. Precisamente por todo lo demostrado, Alessio Lisci se ganó a pulso una oportunidad en Primera División, ante un reto muy complicado, pero que él tenía capacidad y cualidades de sobra para asumir la situación.

Es cierto que la primera victoria en Liga no llegó hasta el ocho de enero (2-1) contra el Mallorca, pero las sensaciones cambiaron a partir de aquel cinco de diciembre, donde empezó todo con Alessio Lisci al frente del banquillo. Se veía un grupo unido, con ganas de pelear cada balón hasta el último suspiro, con capacidad para rehacerse ante un marcador adverso, con confianza en sus cualidades, con ganas de sumar y de hacer feliz a una afición que se rendía ante el técnico romano. La grada vibraba con ganas y la conexión con los jugadores y el técnico era total; todos remaban en la misma dirección: la salvación. Sin olvidar triunfos memorables como los tres puntos conseguidos ante Atlético de Madrid (0-1), Granada (1-4), o Real Sociedad (2-1), Alavés (3-1) y Rayo Vallecano (2-4), estos dos últimos sin nada en juego para los valencianos, pero mostrando un fútbol exquisito y compitiendo y aprovechando al máximo su estancia en la Primera División una vez certificado el descenso.

Alessio Lisci no pudo lograr ese objetivo que se marcó a partir de aquel cinco de diciembre inolvidable para él, pero es que el reto era mayúsculo, y cumplió con nota. Cogió al equipo con siete puntos en su casillero, y desde su llegada al banquillo logró un total de ocho victorias en Liga de 23 partidos dirigidos en Primera División, que, sumado a cuatro empates, hacen un total de 28 puntos, pero eso tiene más valor teniendo en cuenta que su primer encuentro en la competición doméstica fue en el mes de diciembre, y le cambió la cara a un vestuario hundido física y mentalmente. Logró la tercera mejor segunda vuelta del Levante en la Primera División. Si hubiese llegado unas semanas antes a la élite, el equipo seguramente hubiese salvado la categoría. Además, de haber estado desde el inicio, con estos registros, el cuadro granota hubiera sido, posiblemente, equipo europeo la presente temporada.

A día de hoy, tras finalizar su vinculación con el Levante, Alessio Lisci se encuentra sin equipo, ilusionado esperando un nuevo reto lejos de Orriols, y abierto a las propuestas que puedan llegar para acoger a un entrenador que llegó sin hacer ruido, con hambre y muchas ganas de obrar el milagro, y aunque no lo consiguió, hizo historia en el conjunto granota, y dejó huella en la Primera División española. Un técnico joven, valiente, con multitud de recursos tácticos, en constante formación, ambicioso y con la solución perfecta para afrontar cada momento del partido. Un técnico que tendrá un futuro prometedor, pero que también puede ofrecer un presente brillante al conjunto que ponga toda la carne en el asador por sentar en el banquillo a un preparador diferencial.

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