Anduva empuja, Alessio Lisci ordena, y los jugadores del Mirandés ejecutan la remontada en el derbi burgalés

El Mirandés tenía una cita clave la tarde del domingo 21 de abril a las 18:30 horas. Los jabatos recibían al Burgos en Anduva, y durante los últimos días la afición ha llevado en volandas al equipo a un encuentro muy importante, pero para más inri, instantes antes del pitido inicial, los de Miranda de Ebro se habían metido en la zona de descenso de una clasificación que Alessio Lisci prefiere no mirar. Los rojillos en la adversidad suelen mostrar su mejor versión, y con el sonido de fondo de su grada, se plantaron en el derbi burgalés con mucha personalidad, jugando ante el rival de tú a tú, proponiendo mucho más en ataque, pero mostrando calma y seguridad en defensa. Además la zaga perdió por lesión a uno de sus mejores efectivos en el minuto 34, Pablo Ramón, una dificultad más para un conjunto que se crece ante los problemas, pero el técnico italiano, que realizó un partido perfecto desde el punto de vista táctico, sacando el máximo provecho a la defensa de cuatro en esta ocasión, propuso a Tachi como central, introduciendo en el verde a Pablo Tomeo para que se pusiera en el centro del campo y continuar con una contundente y necesaria solidez defensiva en un duelo donde las jugadas a balón parado serían clave.

El Mirandés ejecuta una remontada con tres factores clave: el empuje de la afición, el planteamiento y las modificaciones y ajustes durante el partido de Alessio Lisci, y el carácter que mostraron los jugadores acompañado de un fútbol muy completo

El Burgos fue el primero en inaugurar el marcador. En el 55', Anderson Arroyo cumplió la ley del ex, y con un golpeo exquisito e imparable, hizo soñar a la afición visitante presente en Anduva, a la vez pidiendo perdón a los hinchas locales por su pasado en Miranda de Ebro, y sin celebrarlo. Pero el Mirandés no estaba dispuesto a dejar pasar la oportunidad de certificar las buenas sensaciones de partidos anteriores y convertirlas en victoria, y el equipo se unió aún más de lo que ya estaba, porque sobre el césped se vio a una auténtica familia que defendía junta y colaboraba unida en tareas ofensivas. Nino La Gumina, cinco minutos después, fue derribado en el área, una acción que fue señalada con penalti. El italiano, con muchísima personalidad, se animó a lanzarlo y lo convirtió en el empate, anotando su primer gol con la elástica rojilla. En su celebración no tuvo dudas, fue corriendo a abrazar a su principal valedor, a su compatriota Alessio Lisci.

Pero el entrenador romano no solo confía en Nino La Gumina, cree en toda la plantilla, y tiene muchas esperanzas puestas en el pichichi del equipo esta temporada, Carlos Martín, precisamente el autor del segundo gol de la tarde para el Mirandés. El canterano del Atlético de Madrid fue el más listo de la clase rematando un córner, poniendo un poco de corazón en el golpeo para subir el 2-1 definitivo al electrónico en el 66', y certificar una remontada de mucho mérito, un tanto que fue a celebrar con la grada, dedicándoselo a ellos. Los locales se llenaron de confianza al verse por delante en el marcador, se hicieron aún más grandes, y aunque siguieron generando peligro cerca de la portería de José Antonio Caro, aún se esforzaron más en defensa, llegando a estar sobre el verde con un futbolista menos los últimos instantes del encuentro, y es que Jonathan Gómez tuvo que salir del terreno de juego en el tiempo de descuento tras sufrir un golpe del que tuvo que marcharse en camilla.

Las pérdidas de Pablo Ramón y Jonathan Gómez durante el encuentro, a los que se les desea desde aquí que esos contratiempos se queden en lo más leve posible, fueron el trago amargo en una tarde en la que Anduva sufrió, pero acabó disfrutando y celebrando al son de un Alessio Lisci que animaba, jaleaba e instaba a que los hinchas mostrasen aún más su euforia en los últimos tramos del derbi. Con el pitido final empezó la verdadera fiesta, con un Javi Martón que volvía a una convocatoria meses después, y vivió la victoria como el que más, llevándose incluso una cartulina amarilla por su intensidad, e incluso se atrevió a levantar al míster. El resto de jugadores, al igual que el cuerpo técnico, sonreían y celebraban junto a una afición que se dejó la garganta. Un triunfo que lograron todas las partes juntas. El equipo realizando un partido estratosférico en todas las líneas, el banquillo jugando su papel con compañerismo y dejándose la piel los que salieron al verde, Anduva animando en la previa y también durante los 90 minutos, y el técnico italiano, que completó un papel brillante poniendo una alineación reconocible y de garantías en la que todos y cada uno de los futbolistas conocía su rol a la perfección. El romano aprovechó las cualidades de todos los que tuvieron minutos y minimizó al máximo posibles errores. Se notó y mucho su mano y su forma de insistir durante la semana en las facetas que el equipo se encuentra más débil, potenciando sus virtudes como grupo y a nivel individual, y todos y cada uno de los efectivos estuvieron concentrados, compitiendo como un equipo compacto, ordenado y con las ideas muy claras, y muy solidarios en todas las facetas el juego.

Los jugadores se han dejado todo y más en el derbi burgalés para lograr tres puntos vitales, pero eso no habría sido posible sin el trabajo diario de Alessio Lisci y su cuerpo técnico, sumado al compromiso de los futbolistas. La forma de encajar y afrontar las adversidades, los malos momentos, de creer en sus virtudes, potenciarlas, hacerles dar incluso más de lo que ellos creen que pueden dar, saber los puntos débiles y tratar de corregirlos, como ha hecho con las jugadas a balón parado ante un conjunto tan especialista en estas acciones como lo es el Burgos; su versatilidad con diferentes formaciones y sistemas, teniendo siempre a los jugadores listos para cualquier esquema. La importancia que le da a todos y cada uno de los miembros de la plantilla, porque todos aportan y todos pueden ser útiles en cualquier momento, siendo fundamentales incluso en posiciones que a priori no son las suyas naturales. Cómo exprime la importancia del grupo, de hacer una piña, una familia para poder con todo, y cómo les hace creer en que cada triunfo es posible, que cada balón es importante, y que hay que pelear de principio a fin, que hay que seguir su camino, sumando, sin fijarse en los demás, como ha destacado en la rueda de prensa posterior al duelo. El trabajo nunca miente, y cuando alguien se deja todo cada día por sus objetivos y por su pasión, la recompensa acaba llegando en momentos como este. Este 21 de abril será difícil de olvidar para la afición jabata, pero también para quienes lo han peleado desde el césped y desde el banquillo, porque ha sido una victoria en la que ha mandado el fútbol, pero también las ganas, la ambición, el corazón, unas decisiones técnicas más que acertadas, y un esfuerzo desmedido por parte de los jugadores, que se han vaciado sobre el verde de su casa, donde más fuerte se siente el equipo de Miranda de Ebro.

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